jueves, 30 de abril de 2015

COMIENZA EL JUICIO POR EL CRUEL ASESINATO DE UN REPARTIDOR DE PRENSA EN PARLA

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El trabajador Mariano Merino, de 44 años de edad, no sabía lo que le esperaba aquella trágica mañana del 14 de enero de 2011 en Parla, cuando salió con su furgoneta para repartir los periódicos por la localidad de Parla, tal y como venía haciendo cada día de la semana. Ignoraba el repartidor que desde las primeras horas del alba unos maleantes patrullaban por la insegura Parla buscando el momento oportuno para robar una furgoneta y venderla después a bajo precio y a cualquier postor. 

El vehículo en el que viajaban los delincuentes era un Peugeot 307, e iba ocupado por Eloy Guerrero Arrogante, Roberto García Castillo y Juan Manuel Riquelme Sánchez, los dos últimos poseedores de un impresionante y abultado ajuar de antecedentes policiales. Riquelme, 42 anotaciones ; Castillo, 30. En cuanto a Guerrero no le figura ningún antecedente en los documentos judiciales consultados por El Semanal Digital. 

Antes de toparse con Mariano Merino, los ocupantes del 307 ya habían seguido a cuatro furgonetas que encontraron circulando por las calles de Parla. Según el fiscal, actuaron puestos de común acuerdo, en ejecución de un plan preconcebido y con ánimo de ilícito enriquecimiento. Al cruzar por la avenida de los Planetas avistaron una furgoneta Fiat, modelo Ducato Maxi, aparcada junto a un kiosco de prensa. Lo mejor para los delincuentes fue que el conductor se había bajado del vehículo para entregar la prensa, dejándose puestas las llaves. Castillo paró el Peugeot que conducía. Riquelme lo abandonó para apoderarse decididamente de la Ducato. 

Cuando Mariano Merino vio como se llevaban la furgoneta no lo dudó corrió tras ella con ánimo de recuperarla. Fue entonces cuando Riquelme dio un volantazo, Merino perdió el equilibro cayó al suelo y una rueda de la Ducato le pasó por encima, produciéndole aplastamiento torácico cardiaco con ruptura aórtica y pulmonar, con parada respiratoria que le produjo la muerte. El repartidor al morir dejó viuda y dos hijos de 6 años. 

Un viejo conocido 

Castillo es un viejo conocido de este periódico. Hizo su debut en las páginas de este mismo blog con ocasión de la publicación de un luctuoso suceso ocurrido en Madrid. Contábamos entonces que este sujeto conducía un coche robado que la Policía Local de Getafe persiguió hasta Madrid a golpe de sirena, creyendo que en su interior viajaba una persona secuestrada. Antes de que se produjera el tiroteo emprendido por tres agentes de la Policía Local, que ocasionó la muerte de David Prieto Fandiño, compañero de viaje de Castillo, este último intentó atropellar en varias ocasiones a los uniformados agentes que le solicitaron su identificación. 

Cuando ocurrió este incidente habían transcurrido solamente 11 meses y 7 días desde la muerte del repartidor de periódicos en Parla. Ya, para entonces. Castillo se encontraba en libertad dispuesto a hacer de las suyas. Los múltiples antecedentes que obran en su dilatado expediente policial hablan por si solos. El fiscal pide ahora una pena insignificante para ellos. 6 años para Riquelme, 11 meses para Castillo y otros 11 para Arrogante. 

El próximo 15 de abril, a las 9,30 horas de su mañana, se verá en la sala de audiencias del Juzgado de lo Penal 3 de Getafe, la vista oral por estos crímenes. Se juzgará la muerte de un joven trabajador, casado y padre de dos hijos menores, que sucumbió ante la violencia ejercida por unos delincuentes vulgares, cuando defendía el instrumento que le servía para dar de comer a sus hijos. Pese a ello, a su muerte no le han aplicado las autoridades ninguna circunstancia que modifique la responsabilidad criminal y que agrave la penas solicitada para sus tres asaltantes. 

Para ellos, por el contrario, el fiscal pide en su escrito de conclusiones provisionales que se les aplique la atenuante de drogadicción. La furgoneta apareció dos días después de la muerte de Mariano Merino abandonada y quemada en la madrileña Cañada Real. Antes de pegarle fuego desmontaron y se llevaron el motor. Esta es la Justicia, amigo Sancho. 

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