martes, 3 de marzo de 2015

El perverso de Barbeito: "Dejad al Ebro dormir y despertar cuando quiera" Martes 3 de marzo de 2015

Como un toro desmandado
que las vallas no respeta,
que con un mugido sordo
va corneando las tierras,
y pasa cegando puentes
y pasa arrasando huertas…
Como un toro desmandado,
cansado de sus dehesas,
el Ebro, abanto, se abre
cual ganadería entera,
ganadería de aguas
que embisten y que cornean
y a las tierras y a los pueblos
les van abriendo las venas…
Un cornalón de agua turbia
lleva en el muslo la cuenca…
Los ríos son como toros
que se echan en las vegas,
toros de largo sesteo
que no avisan de pelea,
pero cuando un temporal
clava banderillas ciertas,
el toro se viene arriba,
se crece y en pie nos reta.
No hay vendaval que domine
la embestida dura y fiera
de un río que se desmanda
y nada al paso respeta.
Los hombres fueron llegando
a las orillas ubérrimas,
y quizá por confianza,
o por domarlo a la fuerza,
o por arrancarle al río
lo que es de su pertenencia,
se metieron en la cama
de aquellas aguas serenas,
sin pensar que en las entrañas
toda la bravura lleva.
Más que al Ebro desmandado,
que es buey si se le respeta,
y toro marrajo y ciego
si la salida le cierras,
más que a eso, yo les temo
a los hombres que pelean
-y con las peores artes-
cuando peligran sus cuentas,
o cuando se ven venir
una posible cosecha.
No hay peor río en crecida
que hombres con malas ideas.
Dejad al Ebro dormir
y despertar cuando quiera,
pero dejadlo en su cama,
no toserle cuando duerma.
Cuidad, mejor, de los hombres,
ríos de ambición y violencia,
porque un hombre desmandado
-mirad esta España, ésta-
es ciego río que ahoga
todo lo que al paso encuentra.

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