jueves, 9 de octubre de 2014

El único animalario que podía acoger a Excalibur lo rechazó


A pesar de tener una parte de la opinión pública en contra, el perro de la auxiliar de enfermería contagiada de ébola, Excalibur, fue sacrificado ayer y trasladado al crematorio de Paracuellos del Jarama por «suponer un posible riesgo de transmisión de la enfermedad al ser humano». El personal técnico que se encargó de darle muerte abrió la puerta, lo dardeó y cerró la puerta. Y una vez que escucharon el ruido del perro caerse por la sobredosis anestética, le pincharon la inyección que acabó con su vida, tal y como pudo saber LA RAZÓN. Después, fue envuelto y metido en un recipiente de seguridad biológica para poderlo llevar al crematorio de Paracuellos del Jarama (que no es nivel 4), donde se le incineró en un horno que puede alcanzar hasta los 900ºC.
La Comunidad de Madrid tomó esta decisión no sin antes consultarla con diferentes entidades. En concreto, «se consultó la opinión del director general de Sanidad de Producción Agraria del Ministerio de Agricultura (Valentín Almansa de Lara, que es licenciado en Veterinaria), a José Manuel Sánchez Vízcaino, veterinario del departamento de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid, al Colegio de Veterinarios de la región y al director del Laboratorio de referencia de la Organización Mundial de Sanidad Animal (no se especificó nombre, pero Vizcaíno es también director de este laboratorio)», según los datos facilitados por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Y «todos ellos opinaron que era mejor su sacrificio» para evitar posibles males mayores, añaden las mismas fuentes.
Además, había otro problema a considerar. La Comunidad de Madrid no tiene ningún animalario de nivel 4, según precisaron desde la Consejería de Sanidad. Es decir, una «zona estanca con filtros independientes dentro de un laboratorio que pueda tener animales con enfermedades para las que no hay prevención ni tratamiento como es el ébola», explica el veterinario Joaquín Goyache.
De hecho, el único animalario en el suelo de la región que «sí tiene ese nivel es el de INIA, que es estatal y los responsables se negaron tras las voces previamente citadas que optaban por su sacrificio», añaden desde la Consejería de Sanidad. Es decir, que no se podría haber llevado a ningún espacio que tuviera alguna protectora a pesar de su ofrecimiento.
A las puertas de la casa de Javier y Teresa, en el municipio madrileño de Alcorcón, hubo momentos de tensión durante todo el día que desembocaron en varios enfrentamientos con la Policía. Allí se concentraron grupos en defensa de los animales que clamaban por que se paralizase el sacrificio del animal con el argumento de que mantenerlo con vida podría ofrecer respuestas a la cura del ébola. «Estáis matando la solución a la enfermedad, ¡asesinos!, ¡Asesinos!», clamaban algunos. Las protestas no evitaron que el animal fuera sacrificado. Ni siquiera el recurso planteado por Mascoteros Solidarios para paralizar el trámite. Después de toda una mañana de espera fue a primera hora de la tarde cuando se procedió a sacrificar al animal. Primero se le disparó un dardo desde el balcón que le adormeciera. Después, los técnicos le suministraron la inyección letal.

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