viernes, 8 de agosto de 2014

EL ASUNTO DEL CURA CON ÉBOLA


Esta foto que ven sobre estas líneas no es una imagen promocional del próximo estreno de REC4: APOCALÍPSIS (ya saben, la saga de zombies nacionales de Jaume Balagueró), si no la imagen del día en toda la prensa nacional. Así ha entrado en España el cura del Ébola. Y yo estoy que fumo en pipa. Les aviso que si siguen leyendo pueden ustedes caer en la tentación de llamarme de todo y ponerme verde, pero saben que jamás les engaño y les cuento las cosas como las pienso.

Estoy indignado, abochornado e incluso cabreado con el país en el que vivo. Lo del regreso a España del cura ebolizado me parece un auténtico despropósito. No tengo absolutamente nada en contra del cura que probablemente no tenga culpa de nada. Solo les pido un poco de paciencia para explicarles el porqué de mi indignación.

Vivimos en un país donde los recortes en sanidad han sido (y siguen siendo) SANGRANTES. Les puedo contar el caso de una persona que conozco que ha estado padeciendo unos dolores terribles y ha tenido que esperar más de cuatro meses para poder operarse. Seguro que ustedes tienen un caso cerca donde comprobar la precariedad, la inhumanidad y el horror en el que se está convirtiendo nuestra Seguridad Social, a pesar de los excelentes profesionales que la forman. Para que se hagan ustedes a la idea, el plazo medio para ser operado en Madrid (independientemente de la gravedad de la dolencia) es de 100 días. Es decir, puede usted estar rabiando de dolores que esos tres meses y medio de sufrimiento no se los va a quitar nadie. Ni siquiera Ana Botella.

Y de repente, un cura enfermo. Un cura con Ébola en un país extranjero. Un cura que voluntaria y vocacionalmente decide irse a las misiones (o donde haya ido), que pilla lo que pilla y el consiguiente despliegue de medios (fletar aviones medicalizados, vaciar hospitales, reconducir enfermos a otro hospital, etc) lo pagamos nosotros. Una persona enferma en Madrid y religiosa pagadora de impuestos tiene que esperar 100 días de media. Un cura que hace lo que hace porque le sale de las narices (no olviden que ser cura es una vocación, nunca una profesión y me parece lamentable pagar con mis impuestos las vocaciones de los demás) no espera nada. No se piensen ustedes que soy inhumano y me da lo mismo la vida del pobre hombre. Pero su me importa tanto como la de cualquier enfermo en lista de espera ahora mismo ¿O es que importa más la del cura? Por lo tanto, me parece infinitamente más importante atender las necesidades de un enfermo o de alguien que haya sufrido un accidente laboral en España que la de un cura al que nadie ha obligado a estar donde está haciendo lo que hace. El derroche cometido con él es un verdadero despropósito y un día más me siento avergonzado del país donde vivo.

Por razones personales, he tenido que pasar tiempo en hospitales (siempre de visita) y he visto cosas de sonrojo. Y cuando pienso en este señor que ha pillado lo que ha pillado porque le dió por ser misionero y pienso en un ama de casa partida de dolor con una cadera rota por un accidente doméstico (es un suponer)... me indigno. Parezco idiota, pero me sigo indignando. Llámenme demagogo. Eso sí, hasta que alguien en su familia caiga enfermo y nos haga falta un quirófano con relativa urgencia. Luego me cuentan...

Por cierto... en la Comunidad de Madrid cuando uno sale del hospital se le muestra una factura para que uno se conciencie de lo que ha costado su tratamiento. ¿Nos van a contar lo que nos ha costado esto a todos? ¿Nos enseñarán la factura?

No hay comentarios:

Publicar un comentario