lunes, 28 de octubre de 2013

La tragedia minuto a minuto

La avalancha del Madrid Arena.
Son las 3.35 horas de la madrugada del 1 de noviembre de 2012. En un pasillo de Madrid Arena, un pasaje de apenas tres metros y medio de ancho por 12 de largo, una marea de cuerpos va a generar la peor tragedia de la capital en los últimos tiempos. Después de esos 20 minutos fatídicos, cinco niñas de entre 17 y 20 años morirán, una veintena de personas sufrirá lesiones de diversa consideración, la ciudad quedará atónita, la Policía Municipal maquillará su participación en los hechos, casi una decena de responsables políticos se quedará sin trabajo, la alcaldesa sentirá el suelo moverse bajo sus pies y la ciudadanía se revolverá contra la corrupción política y empresarial.
Este es un recorrido, minuto a minuto, por lo sucedido aquella noche, tal y como ha ido emergiendo en las investigaciones policiales, judiciales y periodísticas.
12.00 h. del 31 de octubre. Miguel Ángel Flores, Carlos Manzanares y un representante de la empresa Dato, recorren e inspeccionan la explanada en la que se instalarán los carriles para la llegada de público, y las vallas para encauzarlo, según imágenes de las cámaras de seguridad publicadas por este diario.
22.30 h.Carlos Manzanares, de la empresa Kontrol 34, llega junto con el resto de porteros al pabellón. Son algo más de 60, y entre ellos está el policía municipal Mario García. Todos ellos se cruzan con los dos policías nacionales enviados por Delegación, según ésta, a recoger la documentación del evento, no a controlarlo, pese a que durante años se realizó esa labor.
23.00 h.El botellón en el recinto de la Casa de Campo, en el que se inserta Madrid Arena, es impresionante. En él toman parte miles de personas con una presencia policial prácticamente nula. De hecho, un operario del Samur que circula por uno de los viales se extraña, y así lo comenta por la emisora, de la ausencia total de agentes de la Policía Municipal. En realidad, sólo se han destinado 14 agentes al servicio, comandado por la oficial de Moncloa, Cándida Jiménez. Ésta, que fue avisada de que tenía que comandar el operativo aquel mismo día, y que además tenía que ocuparse de todo el distrito Centro (por lo que, en puridad, no podía estar al frente del dispositivo, tarea que supone estar en el lugar desde su inicio hasta su finalización) y del de Moncloa, opta por acantonar a los agentes en uno de los accesos al Arena. Las imágenes publicadas por este diario muestran a los policías impotentes mientras decenas de jóvenes circulan con bolsas de bebidas a su alrededor. No se llegó a poner ni una sola multa por consumo de alcohol en vía pública aquella noche.
23.30 h.En el parking dentro del recinto ferial, empleados de Seguriber, la empresa que se ocupa de asegurar que nada sucede en los accesos, cobran por orden de Madrid Espacios y Congresos 10 euros a cada coche que aparca... Para hacer botellón. Uno de los responsables de seguridad de Madridec se lo comenta así, literalmente, a los policías nacionales enviados por Delegación. Este diario publicará después imágenes del botellón dentro del recinto, con la Policía a escasos metros.
0.00 h.del 1 de noviembre. El propio Flores supervisa la apertura de puertas, junto a Francisco del Amo, máximo responsable aquella noche de Madrid Espacios y Congresos. Ambos se colocan en la requisa controlada por Seguriber, antes de los ocho carriles que encauzan al gentío hacia los ocho ordenadores de la empresa Dato, con los que se escanean las entradas.
1.00 h. El pabellón va llenándose muy poco a poco, pero pronto se van cerrando varios de los accesos a la pista central, epicentro de los hechos. Madrid Espacios y Congresos, la empresa pública que gestiona el recinto, le ha impuesto al promotor un tope de 10.600 personas en el interior del lugar, pero no se ha establecido ningún protocolo de control por cada uno de los tres pisos del Arena. La cifra de 10.600 sale de un desglose de las capacidades teóricas de cada una de las plantas, pero nadie se ocupó de supervisar la ocupación de cada una de ellas. Además, hasta cinco de los ocho accesos a la pista llegaron a estar cerrados a la vez, y quizás podrían ser hasta seis: no ha sido posible, hasta hoy, ver el contenido de una de las cámaras.
2.30 h.Con Flores recorriendo todos los accesos obsesivamente, enfadado por la lentitud con la que entra el gentío, comienza el momento clave: la apertura de portones no previstos. Primero, se aligeran los controles de bolsos por parte de los miembros de Seguriber, y después Diviertt, la empresa de Flores, logra permiso de Madrid Espacios y Congresos, por boca de Francisco del Amo, para abrir un portón de mercancías que permitirá meter público más rápido en la pista. Tanto Flores como Miguel Ángel Morcillo, uno de sus lugartenientes, se aplican a quitar las vallas para abrir camino a la multitud por una rampa que dirige hacia ese portón, que abre camino directamente a la pista, y a otro análogo en la planta intermedia del Arena.
3.00 h.El gentío en la pista comienza a notar que el hacinamiento es ya casi insoportable. Algunas jóvenes declararán después que comienzan a notar que no hacen pie en el suelo, que se mueven con la marea humana, encajadas en la marabunta. Miembros de Diviertt siguen abriendo y cerrando los accesos para que los jóvenes entren más rápido en la pista, y consuman consecuentemente más. Santiago Rojo, otro miembro de Diviertt, es el encargado de acudir a los portones a pedir presencialmente a los guardias de Seguriber que abran, aunque a estos les ha llegado también la orden por walkie por parte de Madridec. Un policía de paisano, que se ha acercado al lugar por puro ocio, se sale de la planta baja porque, declarará después ante el juez, "aquello era insoportable". Él está en la treintena y en buena forma. El lugar está atestado de menores. Una de las chicas que morirá no había cumplido los 18 años.
3.35 h.Aparece en la pista central el disc jockey estadounidense Steve Aoki, y con él la locura. Según algunos testimonios, se cierran los accesos para que el gentío se agolpe lo más posible en torno al escenario. La multitud es tal que cientos de personas intentan salir en tropel de la pista. Apenas hay un vomitorio claramente abierto, y por ahí revienta el lugar. El vomitorio, el opuesto al escenario, tiene una inclinación de varios grados, pensada para evacuar el lugar más rápidamente de público. Dos chicas caen en la estampida y, casi por ensalmo, una montaña de cuerpos se genera sobre ellas. El mismo policía de antes declarará después que la montonera llegaba a tener cinco y hasta seis cuerpos de capas. Apenas dos trabajadores de la sesentena de Kontrol 34 están cerca en ese momento, pero rápidamente se ve la gravedad de lo que sucede.
3.40 h.Llegan rápidamente varios porteros más, entre ellos Mario García, y se ponen a evacuar cuerpos como locos, mientras decenas de chavales gritan a la marabunta que viene desde la pista, que sigue empujando la montonera y agravando de esa manera la situación. Un gracioso tira un petardo y es reprendido por los porteros. Ese hecho dará pábulo después a la primera teoría sobre la catástrofe: que todo lo provocó un petardo. La Policía llegará a identificar al chaval, que no tenía que ver con la tragedia. Alguna de las niñas fallecidas se llega a despedir de sus amigas mientras va quedándose sin aire. El concierto prosigue. Aoki hace su número de surfear sobre la multitud.
3.45 h.Los porteros logran vaciar la presión desde la pista, y en apenas cinco minutos se deshace la montonera. Tres cuerpos son llevados a la enfermería, donde son atendidos por el médico contratado por Flores, el ex concejal Simón Viñals, de 77 años, y su amigo Cecilio Page, de 82. Sanitarios del Samur declararán después que no estaban en condiciones de hacer la reanimación cardiopulmonar. Cuatro niñas mueren en las siguientes 48 horas. Una más, semanas después.

Así fue el día después

1 de noviembre
La alcaldesa, de puente con su familia en un spa de Portugal, regresa y va directa al Anatómico Forense y a los hospitales para conocer el estado de las víctimas. Después volvió al spa, por lo que se la criticó mucho. El presidente de Madridec, la empresa municipal propietaria del Arena, es Pedro Calvo, ex concejal de Seguridad, que también estaba de viaje en Alicante. Acudió a la rueda de prensa del vicealcalde Villanueva y se volvió a Alicante. Días después dimitió. Por su parte, Miguel Ángel Villanueva, hombre fuerte del Gobierno de Botella, da una rueda de prensa extraña en la que se limita a explicar que «según la empresa todo estaba bien» y que «no se ha superado el aforo en la fiesta», algo que tiempo después se demostró que era falso, y que además le terminó costando el puesto. Las familias de cientos de jóvenes que fueron a la fiesta, antes de que se conocieran las identidades de las víctimas, pasaron unas agónicas horas tratando de descubrir si sus hijos estaban entre las víctimas.

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