martes, 16 de julio de 2013

"Tuve la muerte tan cerca como el cuerno del toro"

EL EXTREMEÑO HERIDO EN EL TAPON DE SAN FERMIN RECUERDA LA EXPERIENCIA

José María González ya está en su Castuera natal recuperándose de los traumatismos y del susto que se llevó el sábado Asegura que se pensará dos veces si vuelve a los sanfermines, aunque si va no podría evitar correr

José María González, el sábado, intentando salir del tapón, con la cabeza apoyada en el cuerno del toro
SOLEDAD GOMEZ 16/07/2013

Ha visto la muerte tan cerca como el cuerno de uno de los toros de San Fermín. Así describe haberse sentido José María González Castillo, el joven de Castuera que el sábado se vio atrapado en el tapón humano formado a la entrada de la plaza de toros de Pamplona, en el séptimo día de encierro. A un paso de la muerte asegura.
Las fotos hablan por sí solas. Este joven de 21 años aún no se puede creer cómo puedo escapar con vida de allí, mientras mira y otra vez las fotografías, repitiendo que ha estado a un paso de la muerte. En ellas se puede ver cómo el cuerno del toro negro más adelantado del pelotón le tiene inmovilizada la cabeza. "Casi no podía respirar y me dolía muchísimo el cuello porque lo tenía atrapado entre el cuerno del toro, que me daba en la cara, y la espalda de un corredor". Así recuerda José María cómo estuvo durante unos veinte segundos, que a él se le hicieron eternos. Tiempo en el que cuenta que solo pensaba en que allí se moría, mientras gritaba socorro sin que nadie pudiera hacer nada.
Pero ahora ya está en su casa de Castuera, recuperándose de los diversos traumatismos sufridos, de los que le quedan algunos dolores en los hombros y una pierna. A pesar de eso, afirma decidido que esto no le ha quitado las ganas de seguir corriendo en encierros.
Esta es una historia con final feliz que comenzó el pasado martes cuando, junto a su novia Virginia, ambos llegaban a Pamplona, para pasar unos días de vacaciones. José María asegura que a él siempre le ha gustado mucho de lo correr en encierros durante las ferias de los pueblos, o ir a las capeas. "Nunca me ha dado miedo aunque una vez me caí corriendo en un encierro en Ciudad Real y estuve mucho tiempo con un esguince, pero por lo demás nunca me ha pasado nada grave". Por ese motivo este año habían pensado ir a Pamplona, era la primera vez.
Desde que llegó a la ciudad había corrido todos los días, aunque sin acercarse excesivamente. "Iba a unos cuatro metros, porque cuanto más cerca es peor, ya que si te pegas mucho no puedes controlar lo que corres, porque todo el mundo se mete en medio y te va a partando", explica. Solo el miércoles tuvo un pequeño percance al tropezar con otro corredor y casi pegar en el suelo. Pero eso no hizo a este joven desistir de seguir corriendo. Por eso "el jueves, viernes y sábado corrí con las mismas ganas".

El relato de los hechos
Se para a pensar antes de recordar lo que ocurrió el sábado. "Como el resto de días, me incorporaba a la carrera a partir de la mitad de la calle Estafeta en adelante y llegaba hasta la plaza de toros, corriendo delante de ellos, sólo que esta vez no llegué a entrar". De repente --añade--, cuando faltaban 8 o 9 metros para llegar, se vio sorprendido por el tapón, "intenté subir por encima de la gente pero fue imposible, el toro llegó de repente e intentó saltar sobre mí, me empujó hacia adelante y ya no me pude mover, porque si no me clavaba el cuerno en la cara".
Así, con todo detalle, como si acabara de ocurrir, cuenta ahora José María como podía sentir la respiración del toro mientras a él cada vez le faltaba más la suya. Fueron unos momentos verdaderamente de miedo, afirma. Hasta que poco a poco, no sabe cómo, pudo gatear y subirse a uno de los burladeros, aunque algunos de ellos habían cedido con el peso de la gente. Fue entonces cuando empezó a asfixiarse y perdió el conocimiento. Explica que, aunque los servicios de socorro trataron de reanimarle, él oía a la gente que le gritaba pero no podía ver nada. De allí fue trasladado a una clínica y posteriormente al Hospital de Navarra, donde ingresó sobre las nueve de la mañana.
A pesar de que en un primer momento los médicos temieron por su vida por la dificultad para respirar, poco a poco se fue recuperando y ya por la tarde, ese mismo día, le dieron el alta. Lo más sorprendente es que una vez en el piso en el que se quedaban, el domingo por la mañana se planteó volver al último encierro. "Pero lo pensé dos veces y me dije, si voy a verlo no voy a ser capaz de quedarme quieto en la barrera, así es que no fui".
Ahora que todo ha terminado piensa fríamente en lo que ha podía haber pasado y comenta serio que no sabe si volvería a correr en San Fermín, aunque seguro que en otros encierros sí "porque a estas cosas no hay que cogerles miedo".

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