domingo, 28 de abril de 2013

Aprendiendo

Un poco de cultura  de los años 1600 al 1700.
                                        Imagine por un momento, como eran aquellos tiempos. 
“Le chambre du roi” –   La habitación del rey... No tenía cuarto de baño.
Todavía no había cuartos de baño tal como los conocemos hoy, ni qué hablar de desodorante o papel higiénico.
Los excrementos humanos se depositaban en la “escupidera” o “taza de noche” y luego eran arrojados por las ventanas del palacio.
Incluso en invierno, las personas evitaban acercarse demasiado entre ellas a causa del mal olor que despedían, ya que por el frío no se bañaban.
El primer baño del año era tomado en el mes de mayo.
Cuando se bañaban, lo hacían en una única bañera enorme llena de agua caliente. El jefe de la familia tenía el privilegio del primer baño en agua limpia. Después, sin cambiar el agua, seguían los hombres de la casa, siempre teniendo en cuenta las edades, primero los mayores; luego seguían las mujeres, también por edad, y finalmente los niños.
Los bebés eran los últimos en bañarse. Cuando les llegaba el turno, el agua estaba tan sucia que era posible, literalmente, perder un bebé adentro de la bañera. De ahí la expresión ”don´t throw the baby out with the bath water” que debe tomarse como “No tirar al bebé afuera, junto con el agua del
baño”.
 La mayoría de los casamientos tenían lugar en mayo y junio, ya que el olor de la gente todavía era soportable.
 Sin embargo, para ocultar el olor, las novias llevaban enormes ramos de flores para disimular el olor proveniente de sus partes íntimas.
 Puede que por eso, mayo sea el mes de las novias y éste el origen de llevar flores.
 ¿Y las fiestas? En aquellos días, en la cocina del palacio podía hacerse un banquete para 1.500 personas sin agua corriente y sin el requisito mínimo de higiene.
 En las salas, con techos sin cielorraso, las vigas de madera que sostenían
los techos eran el mejor lugar para que se acomodasen perros, gatos, ratas
y diversos insectos.
Cuando llovía, las goteras obligaban a los animales a saltar al piso, y así
nace la expresión “It’s raining cats and dogs” “Están lloviendo gatos y
perros”.


 La nobleza y la gente pudiente, utilizaban platos de estaño. Ciertos tipos de alimentos hacían que este material se oxidara, causando entonces muchas muertes por envenenamiento
 También utilizaban copas de estaño para cerveza o whisky, y esta combinación, a veces dejaba al individuo “knock out”, en una especie de narcolepsia inducida por la mezcla de la bebida alcohólica y el óxido del estaño.
 Pensando que estaba muerto, le preparaban el funeral. El cuerpo era colocado  en la mesa de la cocina y, por algunos días, la familia se quedaba a su alrededor, comiendo, bebiendo y esperando para ver si despertaba.
Si no despertaba, hacían el funeral y otra vez vigilia al lado del ataúd.
 En aquella época, sobre todo en Inglaterra, donde había poco territorio, no siempre había lugar para enterrar a los muertos, por eso los ataúdes eran abiertos después de cierto tiempo, Los huesos eran colocados en un osario común, y el ataúd utilizado para otro cadáver.
A veces, cuando se abrían los ataúdes, se veía señales de arañazos en el interior de la tapa, lo que significaba que los muertos, no siempre estaban muertos al enterrarlos
De ahí surgió la idea de amarrar una tira de tela en la muñeca de la
persona fallecida, a dicha tela, que pasaba por un agujerito hecho en
el ataúd, se le ataba una campana en el otro extremo.
Después del entierro una persona se quedaba de guardia junto a la
tumba por unos pocos días.
Si la persona despertaba, el movimiento del brazo hacía sonar la
campana y sería “Saved by de bell”, expresión que usamos hoy en día
cuando decimos “Lo salvó la campana” o “Me salvó la campana”.
Se acabó la historia.

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