martes, 15 de enero de 2013

QUÉ TE IMPIDE


Según diversos sondeos, prácticamente el 100 % de las
personas estiman que la amistad es importante para la salud, el placer y el equilibrio personal. Pero, ¿por qué la amistad ocupa tanto sitio en nuestra vida? Sin duda porque
la amistad engloba muchos sentimientos. La amistad es sinónimo de comunicación, de ayuda mutua, de fidelidad e incluso de complicidad. Ésta contribuye a la construcción de la personalidad de cada unoA,g y constituye una verdadera muralla a la soledad, lo que la hace, por tanto, capital.

 Considerando la amistad como una relación que nos ayuda y nos
alegra la vida, no todo el mundo tiene esa capacidad, disposición o
apertura hacia la amistad. Veremos que nos impide tener amigos:
 Un estilo de vida poco abierto a los demás. Si no nos
proporciona oportunidades de relacionarnos y no hacemos
nada por cambiarlo, la soledad será nuestra única compañía.
 La baja autoestima y el complejo de inferioridad. Si no confiamos en el valor de nuestra aportación, tenderemos a menospreciarnos y a aislarnos. Pocas personas resultan menos interesantes que las que tienen un bajo concepto de sí mismas. Si pensamos que
no valemos nada, será difícil que
iniciemos cualquier cosa, y
menos si conlleva un riesgo de
fracaso. Y cuando la propuesta
de relación provenga del
exterior, lo más probable es que,
por miedo, no atendamos la
llamada o no sepamos hacerlo
eficazmente.
 Los miedos. A no gustar, a no cumplir con las expectativas que creemos
se tienen de nosotros, a no estar a la altura de las circunstancias. Miedo a que si se nos conoce a fondo, se nos abandonará.
 La falta de habilidades de comunicación. Decir lo que se piensa
no es el problema, sino la forma en que se dice. Empatía
(ponerse en lugar del otro) y asertividad (expresarnos con
libertad y sinceridad, sin herir ni menospreciar) son la clave.
 El autoengaño. Creer que lo
damos todo, que siempre
estamos a disposición del otro
y, por tanto, esperarlo todo de
nuestras amistades. El
acaparamiento y la tensión a
que sometemos a los amigos,
hacen que quien se acerca
acabe alejándose y nos suma
en un sentimiento de
incomprensión que termina
reforzando el autoengaño.
Pretender tener siempre la
razón, conducirse de forma
altanera, intolerante o
mezquina.
 La frialdad, tanto en el campo verbal como en el gestual. La falta
de emotividad, de acercamiento, de un abrazo, de una caricia.


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