sábado, 19 de enero de 2013

Días desoladores para la ética


Según una encuesta solvente, el 96% de los españoles cree que hay mucha corrupción en España

Es increíble. Después de todo lo que se ha robado en este país; después de todos los escándalos; después de tanta financiación ilegal; después de tanta gente que ha metido la mano en la caja, y después de todos los casos que han arruinado la credibilidad de políticos e instituciones, altos responsables de los partidos todavía no saben cómo combatir la corrupción. Todos los escándalos han pasado por sus despachos sin obligarlos a sentarse y encontrar una solución. Y así, durante esta semana desoladora para la ética, todavía se oye esa pregunta de qué se puede hacer. Hemos oído a un Rubalcaba que propone un pacto entre fuerzas políticas para terminar con esa lacra. Y hemos visto a una Esperanza Aguirre que sugiere una especie de fiscal anticorrupción en los partidos, lo cual nos lleva a la conclusión de que todos sus dirigentes son sospechosos.

Episodio tras episodio se repite lo mismo. Se descubre que no hay suficiente fiscalización de las cuentas de los partidos. Se detecta que tienen ingresos que se escapan a los pocos controles establecidos. Se ven entramados que recuerdan montajes propios de técnicas de ocultación fiscal. Cuando aparece un suceso nuevo, los partidos tienden a proteger o encubrir a su acusado propio, mientras lanzan su ira sobre el adversario. Y así ocurre lo que ocurre: que se roba. Y algunos han robado con intensidad. Hay noticias de auténticas tramas de enriquecimiento personal. Algunos investigadores están llegando a la peligrosa conclusión de que hay zonas del país -¿hace falta citar a Catalunya?- donde la corrupción llegó a estar institucionalizada. Y mucha gente está empezando a pensar que en este país únicamente no roba quien no puede.

Ese es el panorama, dramáticamente consolidado con la comisión rogatoria del oscuro dinero de Luis Bárcenas. "Gravísima crisis institucional", dijo Esperanza Aguirre. Sí, gravísima crisis que toca los cimientos del partido que gobierna España; que abre tensiones nuevas y reabre viejas heridas; que crea una sombra de sospecha -quizá indemostrable, pero difícil de desmentir- de pago de sobresueldos y de la existencia de una caja B; que deja avergonzado a Rajoy por sus anteriores apoyos, y que sitúa en la picota nada menos que a la Hacienda pública. Y todo, sin tener la certeza de si Bárcenas amasó su fortuna por un latrocinio o estamos ante un fraude fiscal. 

¡Pobre España, cuya información básica es de escándalos en todas las escalas del poder! ¡Qué pena de país, cuyas miserias y vergüenzas consumen más energías que los esfuerzos para resolver sus problemas económicos y territoriales! ¡Qué desgracia de tiempo donde una corrupción tapa a la anterior y se convierte en argumento máximo de la actualidad! Aquí sólo sale beneficiado quien defraudó o robó y al día siguiente se olvida, porque hay un escándalo mayor. Se habla mucho de indignación popular. Anotemos con alarma que se están amontonando los motivos para esa indignación. De momento, es sólo verbal. Empieza a ser un deseo que no termine por estallar.

Retales

Controles. ¿Saben ustedes de cuándo es la última fiscalización de las cuentas de los partidos, entre ellos el Partido Popular, por el Tribunal de Cuentas? ¡Del año 2007! Han pasado cinco años de los que nada sabemos. Y a eso le llaman eficacia en el control.

Aviso. No puedo decir más, pero sí estoy en condiciones de comunicarles esto: en Catalunya hay un caso de corrupción todavía no conocido por la opinión pública ni filtrado a ningún periódico de Madrid. No me atrevo a decir cuándo, pero cuenten con que saltará.

Pueblo (1). Oído en la calle: "Si los partidos defienden a los corruptos que hay en sus filas, es que los jefes de esos partidos también han cobrado". No será verdad, pero es palabra de pueblo.

Pueblo (2). Según una encuesta solvente, el 96% de los españoles cree que hay mucha corrupción en España. Me he quedado preguntando quiénes serán, dónde está el 4% restante. ¿Serán acaso los corruptos?

Compatibles. Ninguna ley impide que Rato fiche por Telefónica, ni Güemes por un laboratorio, ni Aguirre por un cazatalentos. Lo que mosquea al personal es que sean tantos, en tan poco tiempo y del mismo partido.

Caída. Es duro hacerse político para inaugurar cosas y terminar cerrando centros de urgencias y quirófanos. Para el ciudadano de a pie es todavía más duro empezar a pensar que se desbaratan progresos sociales que tanto costó conseguir.

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