domingo, 23 de diciembre de 2012

FUENTES DE LEÓN "" NATIVIDAD DEL SEÑOR ""

25 de Diciembre de 2012 / Nº 1392         
La Parroquia Ntra. Sra. de los Ángeles
desea a todos
FELIZ NAVIDAD

 Que el “Dios-con-Nosotros”
traiga luz a nuestras vidas, ...
...para que nosotros
pongamos luz en el momento
´                             que vivimos.
 EVANGELIO   Mateo 1, 18-25
El nacimiento de Jesucristo suce- dió así: su madre, María, estaba prometida a José, y antes del ma- trimonio, resultó que estaba en- cinta  por  obra  del  Espíritu  San- to. José,  su  esposo,  que  era  un hombre justo y no quería denun- ciarla públicamente, decidió repu- diarla en secreto. Ya
lo tenía decidido, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
---José, hijo de Da- vid, no tengas repa- ro en acoger a Mar- ía como esposa tu- ya, pues lo que ha concebido es obra del  Espíritu  Santo.
Dará a luz un hijo, a quien lla- marás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumplie- ra lo que el Señor había anunciado por medio del profeta:
- Mira, la virgen está encinta, dará a  luz  a  un  hijo  que  se  llamará Emanuel, que significa: Dios con nosotros.  Cuando
José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había or- denado y acogió a María como espo- sa. Pero  no  tuvo relaciones    con ella hasta que dio a luz un hijo, al cual llamó Jesús.
 ¿Qué podemos hacer?
La Navidad es un tiempo plagado de lugares comunes para nosotros, en el que  experimentamos emociones co- nocidas y también comercializadas,  y al que necesitamos acercamos como si fuera la primera vez; allí acontece lo primordial y lo profundo.
La Encarnación es ese "viaje sorpren- dente" de Dios para invitarnos a participar de su vida. Durante siglos las personas hemos estado contem- plando este misterio sin llegar a poder decirlo todo, vislumbrando apenas unos pocos rayos de luz. Necesitamos recuperar el asombro ante la posibili-
dad de que cada rostro humano sea cauce de ese  Rostro del Dios-con- nosotros.
En torno  a Jesús, desde el comienzo, se mueven personas oscuras y otras tocadas por la luz. Las que no son ca- paces de verlo ahora, serán también las que acabarán rechazándolo al fi- nal. Impacta esta afirmación del evan- gelio: "vino a los suyos y los suyos no lo recibieron" (Jn 1, 11); Y pensar que también Herodes, y los fariseos, y el sumo sacerdote, eran de los suyos. A veces podemos creer que estamos del lado de los que ya lo recibieron, pero, si miramos nuestras vidas, hay tantas
zonas en nosotros esperando reci- birle aún ...  Exponer nuestras reali- dades más necesitadas a esa Luz, llevar allí a las personas que ama- mos.
"Durante más de treinta años- dice J. Vanier- he compartido mi vida con personas con discapacidades en el Arca y  día tras día descubro  esta verdad: nos necesitamos unos a otros. Comprendemos con facilidad que  alguien  débil  necesite de  al- guien  fuerte, pero  nos cuesta más entender que alguien fuerte necesite exactamente igual de alguien débil... Necesitamos personas que sean pe- queñas y vulnerables". Nos cuesta realmente creer que la pequeñez y la vulnerabilidad sean las tarjetas de visita de Dios.
La Navidad es el memorial de esta verdad, que una y otra vez se nos olvida. Agradecer que nuestra fra- gilidad sea el espacio propicio para el acontecer de
la vida de Dios en   nosotros. Dar gracias por todas aquellas personas que nos humanizan al compartir con nosotros su vul- nerabilidad.
Dios      aparece como         niño, mostrándonos que la verdade-
ra  dimensión  del  ser  humano  es
hacerse niño. Para un niño todo  es
posible, es una inmensa e intermina- ble disponibilidad. "En una carne espiritual callosa, fosilizada, endure- cida, Dios no puede vibrar. Dios vi- bra siempre en lo tierno. La Navidad evoca en nosotros  aquel niño  que fuimos y aquel niño en el cual, cuan- do soñamos, todavía captamos la presencia de Dios... El niño es un ojo abierto y maravillado ante esta Pre- sencia" (A. Oliver). ¿Dejo brotar esas dimensiones en mí: la confianza, el asombro, la posibilidad  de mirar la vida como  un  constante crecer en Dios?
"¿De qué  me  serviría si Jesucristo hubiera nacido de Dios y yo no? -se preguntaba el maestro Eckhart-.  La misma vida  divina  que  late  en  el hombre Jesús,  late también en no- sotros", y nuestro destino es experi- mentar esta vida,  en su luz y en su verdad, sintiendo que es gracia tras gracia  en  nuestra  pobreza.   Puro don. Puro regalo. Poder celebrar es- ta vida y pro-
curarla        en
otras perso- nas: ¿Cómo hago yo pre- sente en mí lo que    significa la     Navidad? En  espacios y en tiempos concretos, con las personas con las que se teje   mi   vida
cada día, ¿cómo manifiesto este amor, esta belleza?

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