jueves, 20 de diciembre de 2012

El peor rival de Tito



La excelente marcha del primer equipo de fútbol del Barcelona pasó ayer de golpe a un segundo plano con la peor noticia imaginable. A Tito Vilanova se le ha reproducido el cáncer en la glándula parótida y será operado hoy mismo de urgencia en el Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona. La información cogió a todos desprevenidos. Lo que debía ser un día de celebración en el Camp Nou se tornó en una jornada triste y gris.
Todo empezó por la mañana, cuando el Barcelona emitía un comunicado anunciando la suspensión de todos los actos previstos. Sandro Rosell tenía acordada su comparecencia anual ante los medios en la sala París, para posteriormente celebrar la comida de Navidad con los medios de comunicación en la sala Roma. Todo quedó anulado a la espera de conocer las noticias. «Algo trascendente pero no grave», se limitaba a contestar el departamento de comunicación del club. Los peores presagios se confirmaban a media tarde, cuando el Barcelona hacía público el comunicado médico en el que informaba de que a Tito Vilanova se le había detectado una extensión de la patología en la glándula parótida y que sería operado hoy mismo. 393 días después de la primera vez que se le diagnosticó esta patología, el técnico y su familia se ven forzados a revivir de nuevo la pesadilla. «Muchas gracias por los ánimos, todo saldrá bien», decía su hijo Adrià a través de Twitter. «Tito es fuerte y saldrá de esto, tiene una fuerza mental enorme», añadía Sandro Rosell.
Los tiempos los marcó el propio Vilanova, que no quiso hacer público el comunicado hasta informar personalmente a sus jugadores. La plantilla estaba citada a las seis para entrenar, pero desde las cuatro empezaron a aparecer jugadores como Puyol y Messi. El técnico se reunió con Jordi Roura, su ayudante y encargado de dirigir al equipo hasta su regreso, y Andoni Zubizarreta, primero en su despacho y luego en el vestuario con todos sus jugadores. «Nos ha transmitido calma, se va a atrever con este nuevo reto que le ha planteado la vida», desvelaba Zubi en una comparecencia conjunta con Rosell, y con el apoyo presencial de los cuatro capitanes: Puyol, Xavi, Iniesta y Valdés.
A pesar de todo, el comunicado médico dejaba abiertas las puertas de la esperanza y rebajaba un tanto la gravedad de la enfermedad, asegurando que según su evolución, el técnico podría compatibilizar las seis semanas de quimioterapia y radioterapia previstas con su vida laboral. Un extremo que ayuda a tranquilizar en cierta manera al entorno. Vilanova, que permanecerá entre 3 y 4 días ingresado tras la intervención, se sometía a controles periódicos desde que le operaron por primera vez el 22 de noviembre de 2011. En todos ellos, su evolución era favorable y nada hacía presagiar que pudiera pasar algo como lo que se confirmó ayer. Todo ha ido muy rápido. El técnico acudía el martes al Hospital Vall d'Hebrón a someterse a uno de estos controles rutinarios, y por la tarde los médicos le comunicaron que habían detectado que algo no iba bien, pero había que esperar hasta la mañana siguiente para confirmarlo. Vilanova se reunía ayer con la doctora que le trata y era informado de que debía someterse de nuevo a una operación para extraer el pequeño ganglio que se le había detectado.
La dolencia de Tito dejó en un completo segundo plano la actualidad deportiva, marcada por una excelente noticia como fue el regreso de Abidal al trabajo en grupo. Una sesión de lo más extraña, ya que tuvo lugar minutos después de que el técnico informara a la plantilla de su problema. Abidal ha superado en dos ocasiones una enfermedad parecida a la de su técnico.


El cáncer, según Vilanova

«Pensé en mis hijos; creo que todavía me necesitan»
Tito Vilanova habló hace unos días en TV3 de la enfermedad de la que fue operado hace poco más de un año, todavía sin saber la mala noticia en forma de recaída que le esperaba ayer. «Después de salir de la reunión con los doctores, fue el peor momento. Pensé en mis familiares, sobre todo en mis hijos, de 14 y 17 años. Creo que aún me necesitan», señaló. «Cuando vi a tanta gente (el día que le dieron el diagnóstico, acompañado de Guardiola y su mujer) pensé: "¡Uf!, no está tan bien la cosa", sobre todo viendo la cara seria de los doctores. Pero enseguida, por mi manera de ser, intenté pensar en positivo [...] Reconozco que entré en el quirófano como si me fuera a tomar un café. Nada nervioso. Estaba muy tranquilo y cuando me desperté estaba muy feliz. No pensaba en cómo me podía afectar estéticamente. Cuando entré en el quirófano, mis hijos no sabían que tenía cáncer. A veces se piensa que quien más sufre el cáncer es la persona... pero no sé si yo lo hubiese soportado al revés. Mi posición era la más cómoda [...] Me encontraba bien y nada me hacía pensar que sufría cáncer, pero de golpe te dicen: "Te ha tocado". No sentí rabia, pero vas por la calle y ves a gente y piensas que entre todos te ha tocado a ti [...] Durante un tiempo yo no me veía con el mismo aspecto, lógicamente. Desde hace poco empiezo a reconocerme». Ahora le toca volver a empezar.

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