martes, 27 de septiembre de 2011

QUEDARSE CALVO


Suele ocurrir en la peluquería, esa agonía interminable en que te condenan a mirarte en un espejo que no es el tuyo (y por tanto desprovisto de ángulos de seguridad), mientras un desconocido coloca los mechones justamente de las maneras en que no debe. Una tarde, mientras los tijeretazos van despejando la maleza, con el pelo mojado y apretado en hebras, ves demasiado cuero cabelludo; ahí suena la primera alarma. En cada visita a la peluquería, cada vez más dolorosamente espaciadas, la superficie visible aumenta, aunque aprendes a sobrellevarlo convencido de que es cosa de la peluquería y que con el pelo seco la cosa se disimula. Hasta que llega el día en que al apartar la toalla el cartón no se ha ido, y la genética aprovecha tu estupor para cogerte del cuello y decirte lo que siempre has sabido pero nunca has querido escuchar: “te vas a quedar calvo igual que tu padre, tu abuelo y tus once hermanos”. Con esas palabras me lo dijo a mi la semana pasada.

Pero uno hace oídos sordos e intenta luchar. Consultados médicos, farmaceuticos y tuiteros, la conclusión es unánime: lo único que funciona es una cosa llamada propecia. Arrastrando el sentimiento de culpa de haberme convertido en una víctima más de la vacua y decadente glorificación de la juventud que impregna nuestro tiempo, me acerqué a la farmacia receta en mano.

- Muy bien, pues 30 loros son-  me dice la manceba.
- 30 napos, la hostia... Bueno, es asumible, uno al año no hace daño y si me vuelve el pelusón merecerá la pena.
- No, perdona, pero esto lo tienes que tomar todos los días, la caja dura un mes, en el momento en que dejes de tomarlo se te cae lo que hayas ganado y además es posible que tengas problemas de erección.
- Adiós y muy buenas tardes.

Donde fallaron los valores, triunfaron la racanería y el miedo al despenimiento.

Así que una vez eliminada la opción médica, solo queda la aceptación. Ahí es cuando uno empieza a fijarse en los varones de su alrededor en busca de referentes. ¿Quién es calvo y quién está en proceso? ¿Me dan pena, asco o ambas? ¿Siguen siendo atractivos para sus partenaires, o son ocultados por el brillo de su calva? Tras un exhaustivo ejercicio de obervación, aquí traigo razones para la esperanza:

- Estadística. Dice mi mejor amiga que tres tipos de mujeres hay, tres: las que no gustan de hombres despejados; las que les da igual una cosa que otra; y las que adoran los cráneos pulidos. Es decir, dos de tres, 66%. No solo es un dato halagador de por sí, sino que, comparando, dudo mucho de que el número de las que prefieren hombres con pelo de la espalda inyectado en la cabeza llegue al 1%.

- Héroes del balón: El Tato Abadía. Vialli. Di Canio. Zidane. ¿Enfrente? Beckham, Guti () y otras víctimas del peluquero loco del Madrid. Si mañana se jugase la final del Campeonato del Mundo de Carisma, ¿por qué equipo apostarías lo que más quieres?

- Pep: mención aparte dentro del mundo del fútbol merece Guardiola. Desde que ocupa el banquillo del Barça, hemos contemplado a tiempo real cómo su cuero cabelludo retrocedía un centímetro con dada título ganado. Si ser el mejor entrenador de la historia y tener este aspecto es el precio por ser el tipo más odiado por la caterva merengona, yo lo pago encantado y quédate con la vuelta.

- 'Good vs. Evi'l: Churchill era un gordo borracho calvo. Hitler era un vegetariano amante de los animales con pelazo de emo. Uno ganó y el otro perdió. Tú mismo.

- 'When you reach max level': es innegable que Sean Connery ya molaba bastante cuando era James Bond, pero también es cierto que no alcanzó el máximo nivel hasta que se quedó pelado. ¿Que cómo lo sé? Porque si no has alcanzado el máximo nível del juego, no puedes decir públicamente que a veces la única opción de tratar a una mujer es con la palma abierta y que te rían la gracia por ello. Ah, y también lo sé porque solo cuando alcanzas el máximo nível, dejas de subir.

- Testosterona: la última y definitiva feature. La principal causa de calvicie es el exceso de testosterona, que se produce principalmente en los testículos. Por eso, no dejes que los anuncios de la clínica Svensson te amilanen: cuando una mujer ve a un hombre calvo, lo que la naturaleza le está enseñando no es esto, sino esto. Así que olvida tus temores, mi alopécico camarada: la naturaleza no lanza señales por lanzar.

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