domingo, 17 de julio de 2011

Sevilla
La antigua Hispalis, se halla emplazada en el valle del Guadalquivir, a la margen izquierda de ese ría viejo, que dirían los geógrafos y que los romanos llamaron Betis, nombre que dio origen al de la fértil llanura de Andalucía.
Sevilla está excelentemente comunicada por tierra, mar y aire. Dista de Madrid 542 kilómetros, es también puerto fluvial y constituye escala de muchas compañías de navegación españolas y extranjeras y desde el aeropuerto (San Pablo) hay vuelos directos a diversas provincias.
La estructura urbana de la capital andaluza fue construida en el medievo para esquivar los ardores del estío. Constituye así Sevilla un decálogo de pasajes y callejones, con muchas esquinas, gran capacidad de sorpresa y secretos de perspectivas insospechadas. Las fachadas de las casas de este laberinto urbano, suelen estar pintadas de blanco, el balcón con macetas de flores y, sobre todo, el patio, herencia a la vez romana y oriental, pero genuina creación andaluza.
Sevilla personifica la semblanza más universal del espíritu español por la variedad artística, el atractivo de su fisonomía urbana y ese conjunto de originalidades sorprendentes que ha dado en llamarse el tipismo de España. Pocas veces una urbe puede mostrar en su recinto monumentos tan singulares como la Giralda, torre almohade con corona cristiana, el Alcázar, palacio mudéjar, poblado de leyendas medievales y la Catedral, tercero en magnitud entre todos los templos del orbe cristiano, ni gozarse en la particularidad de sus barrios, de calles estrechas y tortuosas y plazuelas diminutas.

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